No te conocen y te critican.
No te conocen y te calumnian.
No te conocen y con el dedo apuntan.
Sacan la mano, para condenar.
Abren sus bocas, para lastimar;
más nunca para levantar.
Hablan de ti, desde su reflejo.
Te juzgan, por lo que ellos han hecho.
Látigo en mano, sin descansar.
La meta es romper, quebrantar.
Y recoges, de tu alma las trizas.
Y te escondes, para que no te vean llorar.
Dicen: «para ti nada es suficiente.»
Muerta en vida, desapareces.
Se esfuma, lo poco que quedaba.
El viento lo esparce, es irrecuperable.
Te encierras para ti. Mejor estar sola, que sufrir.
«A cuesta» cubres tu tristeza;
con máscara de felicidad.
¿De qué vale abrirte, derramar lo que sientes?
Al final tú eres la culpable, de ésta, tu suerte.