Yo soy como el coquí: canto en noches frías pa’ poderme calentar.
También como el ruiseñor: buscando néctar de flor en flor.
Yo soy parte de mi tierra, como lo es la cotorra puertorriqueña.
Más me siento desheredada, por no vivir en la isla encantada.
«¡Tú no opines, no sabes de qué hablas¡» Pues desde afuera nos has visto sufrir.
Más no saben que sufrí por ellos, y con ellos, lloré también.
Quizás mi impotencia no fue la tuya. Quizás tu desdén, asimilarlo no pueda.
Pero te juro que lloré y grité. Y cuando triunfaron, también me alegré.
Pero no quieres que me regocije, porque con ustedes no marché. Que yo me fui, que yo no sé, lo que se sufre y padece en nuestro edén.
Desde afuera veo callada, guerras libradas, luchas ganadas. Como tatuaje, impregnada en mi piel: mancha de plátano y café.
De amores y consejos 